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El Colgado no cae, se suspende. En la carta, un hombre cuelga boca abajo de un árbol, no con sufrimiento, sino con una extraña calma. Su rostro sereno y el halo que lo rodea sugi
La Muerte no es el final, es el renacer. En la carta, un esqueleto, símbolo de lo inevitable, sostiene una guadaña que corta con precisión lo que ya no sirve. Bajo sus pies, res
El Papa no guía, ilumina. Sentado en su trono, rodeado de dos figuras que escuchan con devoción, sostiene un cetro de triple cruz que simboliza su conexión con los tres planos:
La Emperatriz no necesita declarar su poder, lo irradia. Sentada en un trono rodeado de naturaleza, sostiene un cetro que conecta cielo y tierra. Su corona, decorada con estrellas,
La Papisa no habla, guarda silencio. Sentada en su trono, rodeada por un velo de misterio, sostiene un libro cerrado, como si supiera que el conocimiento más profundo no se entreg
El Emperador no observa, gobierna. Sentado en su trono de piedra, esculpido con cabezas de carnero, su postura irradia autoridad y seguridad. Su armadura reluce bajo su túnica roj
La Fuerza no grita, susurra. Una mujer serena, con una corona de infinito sobre su cabeza, acaricia con suavidad la mandíbula de un león poderoso. No hay violencia en este acto,
El Mundo es plenitud. En el centro de la carta, una figura rodeada por una corona de laurel danza con gracia, en equilibrio perfecto. Alrededor, los cuatro símbolos de los evangel
El Juicio resuena como un eco divino, un llamado que atraviesa el tiempo y despierta lo que estaba dormido. En la carta, un ángel con una trompeta celestial llama a los muertos a
Astrologia para ser feliz